SÁBADO UN DÍA ESPECIAL

SÁBADO UN DÍA ESPECIAL
Dios por que nos ama tanto, nos ha dado un día especial para adorarle, no es un mandamiento es un Pacto eterno

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martes, 26 de junio de 2012

lunes, 25 de junio de 2012

Un triple milagro revela la santidad del sábado,

 Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán. Éxodo 16:35.

 Cada semana, durante su largo peregrinaje por el desierto, los israelitas presenciaron un triple milagro que debía inculcarles la santidad del sábado: cada sexto día caía doble cantidad de maná, nada caía el día séptimo, y la porción necesaria para el sábado se conservaba dulce sin descomponerse, mientras que si se guardaba los otros días, se descomponía. En las circunstancias relacionadas con el envío del maná, tenemos evidencia conclusiva de que el sábado no fue instituido, como muchos alegan, cuando la ley se dio en el Sinaí. Antes de que los israelitas llegaran al Sinaí, comprendían perfectamente que tenían la obligación de guardar el sábado. Al tener que recoger cada viernes doble porción de maná en preparación para el sábado, día en que no caía, la naturaleza sagrada del día de descanso les era recordada de continuo. Y cuando parte del pueblo salió en sábado a recoger maná, el Señor preguntó: “¿Hasta cuando no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes?” Éxodo 16:28. “Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán”. Durante cuarenta años se les recordó diariamente, mediante esta milagrosa provisión, el infaltable cuidado y el tierno amor de Dios. Conforme a las palabras del salmista, Dios les dio “trigo del cielo. Pan de ángeles comió el hombre” Salmos 78:24, 25 (VM); es decir, alimentos provistos para ellos por los ángeles. Sostenidos por el “trigo del cielo”, recibían diariamente la lección de que, teniendo la promesa de Dios, estaban tan seguros contra la necesidad como si estuvieran rodeados de los ondulados trigales de las fértiles llanuras de Canaán.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 302, 303.

domingo, 24 de junio de 2012

En el sexto día, preparación para el sábado

 Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana es el santo día de reposo, el reposo consagrado a Jehová; lo que habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana. Éxodo 16:23.

 En el sexto día se encontró que había sido depositada una doble cantidad [de maná], y el pueblo recogió dos gomeres por persona. Cuando los jefes vieron lo que estaban haciendo, inmediatamente hicieron saber a Moisés esa aparente violación de sus instrucciones, pero su contestación fue: “Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana es el santo día de reposo, el reposo consagrado a Jehová; lo que habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana”. Éxodo 16:23. Así lo hicieron, y vieron que no se echó a perder. Y Moisés dijo: “Comedlo hoy, porque hoy es día de reposo para Jehová; hoy no hallaréis en el campo. Seis días lo recogeréis, mas el séptimo día es día de reposo; en él no se hallará”. Éxodo 16:25. El Señor no es menos exigente ahora en cuanto a su sábado de lo que lo fue cuando dio estas instrucciones especiales a los hijos de Israel. Ordenó que cocieran lo que tenían que cocer, y cocinar (es decir, hervir) lo que tenían que cocinar en el día sexto, día de preparación para el descanso del sábado. Los que descuidan hacer una preparación adecuada en el sexto día para el sábado, violan el cuarto mandamiento, y son transgresores de la ley de Dios. En sus instrucciones a los israelitas, Dios les prohibió que cocieran y cocinaran en sábado. Esa prohibición debería ser considerada por todos los observadores del sábado como un mandato solemne de Jehová para ellos. [De esta manera] el Señor guardaría a su pueblo de comer con exceso el sábado, día que puso aparte para la meditación y la adoración sagradas... Dios manifestó su gran cuidado y amor por su pueblo al enviarles pan del cielo. “Todos ellos comieron pan de ángeles” Salmos 78:25 (NVI); es decir, pan que le proveyeron los ángeles... Después que fueron provistos con tal abundancia de alimento, se avergonzaron de su incredulidad y sus murmuraciones, y prometieron confiar en el Señor para el futuro.—The Signs of the Times, 15 de abril de 1880.

miércoles, 20 de junio de 2012

El Sábado señal de lealtad: El sábado eleva la mente hacia el creador

El Sábado señal de lealtad: El sábado eleva la mente hacia el creador:  Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová... entonces ...

El sábado eleva la mente hacia el creador

 Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová... entonces te deleitarás en el Señor tu Dios. Isaías 58:13, 14.

 Muchos profesos cristianos de hoy día están cerrando su corazón y su mente al Sol de justicia, cuyos brillantes rayos ahuyentarían la oscuridad y la niebla que existe en ellos. Rechazan la luz, y para ellos los requerimientos y la voluntad de Dios tienen una importancia secundaria. En lugar del día de descanso que Dios les ha dado, aceptan un sábado falsificado; adoran a un ídolo y transgreden la santa ley de Dios al pisotear el sábado que Dios instituyó y bendijo. El sábado fue creado para que toda la humanidad recibiese beneficio. Después que Dios hubo hecho el mundo en seis días, reposó, y luego santificó y bendijo el día en que había reposado de todas sus obras que había creado y hecho. Puso aparte ese día especial para que los seres humanos descansasen de su trabajo, con el fin de que mientras miraran la tierra y los cielos, las pruebas tangibles de la sabiduría infinita de Dios, su corazón se llenase de amor y reverencia hacia su Creador. Si la familia humana hubiera guardado siempre el día que Dios bendijo y santificó, nunca habría habido un ateo en nuestro mundo; porque el sábado fue dado como un monumento conmemorativo de la obra del creador; fue dado para que, en ese día en un sentido especial, la gente pudiera apartar su mente de las cosas de la tierra para dedicarlas a la contemplación de Dios y de su grandioso poder... Los paganos, en su ceguera, se inclinan ante ídolos de madera y de piedra. “Éstos son nuestros dioses”, dicen. Pero en el cuarto mandamiento tenemos la prueba de que nuestro Dios es el Dios viviente y verdadero. En él está el sello de su autoridad: “...porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que hay en ellos, y reposó en el séptimo día; por tanto Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó”. Éxodo 20:11. En los cielos que declaran la gloria de su Hacedor; en el sol brillando en su fuerza, dando vida y belleza a todas las cosas creadas; en la luna y las estrellas; en las obras de sus manos; [en todo eso] vemos la superioridad del Dios que adoramos. Él es el Dios que “hizo los cielos y la tierra”.—The Bible Echo, 12 de octubre de 1896.

martes, 19 de junio de 2012

El santuario y el sábado


                                El santuario y el sábado


En el contexto de una revelación acerca del Santuario celestial se confirmó la verdad del sábado, y eso fue en la visión que se le dio a Elena de White el 3 de abril de 1847 en el hogar de los Hnos. Howland, en Topsham, Maine. Esto es lo que ella escribió:
“Sentimos un inusual espíritu de oración, y mientras orábamos el Espíritu Santo descendió sobre nosotros. Estábamos muy felices. Pronto perdí noción de las cosas terrenas y quedé arrobada en una visión de la gloria de Dios. Vi a un ángel que volaba con presteza hacia mí. Me llevó rápidamente de la Tierra a la santa ciudad, donde vi un templo en el que entré. Antes de llegar al primer velo pasé por una puerta. Ese velo se levantó y entré en el Lugar Santo, donde vi el altar del incienso, el candelabro de siete lámparas y la mesa con los panes de la proposición. Después de ver la gloria del Lugar Santo, Jesús levantó el segundo velo y pasé al Lugar Santísimo. “En el Santísimo vi un arca, cuya cubierta y cuyos lados estaban recubiertos de oro purismo. En cada extremo del arca había un hermoso querubín con sus alas extendidas sobre el arca. Sus rostros estaban frente a frente y miraban hacia abajo. Entre los ángeles había un incensario de oro, y sobre el arca, donde estaban los ángeles, un resplandor sumamente luminoso que se semejaba a un trono donde mora Dios. Junto al arca estaba Jesús, y, cuando las oraciones de los santos llegaban a él, el humo del incienso surgía del incensario y Jesús ofrecía a su Padre esas oraciones con el humo del incienso. Dentro del arca estaba el vaso de oro con el maná, la florida vara de Aarón y las tablas de piedra, que se plegaban la una sobre la otra como las hojas de un libro. Jesús las abrió, y vi en ellas los Diez Mandamientos escritos por el dedo de Dios. En una tabla había cuatro, y en la otra seis. Los cuatro de la primera brillaban más que los otros seis. Pero el cuarto, el mandamiento del sábado, brillaba más que todos; porque el sábado fue puesto aparte para que se lo guardara en honor del santo nombre de Dios. El santo sábado resplandecía; lo circuía un nimbo de gloria. Vi que el mandamiento del sábado no estaba clavado en la cruz, pues de haberlo estado, también lo hubieran estado los otros nueve, y tendríamos libertad para violarlos todos, así como el cuarto. Vi que, por ser Dios inmutable, no había cambiado el día de descanso”.—Primeros Escritos, 32, 33.

lunes, 18 de junio de 2012

Seis días para nosotros, sólo uno para Dios

 Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios... Por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. Éxodo 20:8-11




 Al mismo comienzo del cuarto mandamiento, el Señor dijo: “Acuérdate”. Él sabía que los hombres y las mujeres, en la multitud de sus cuidados y perplejidades, se verían tentados a excusarse de satisfacer todo lo requerido por la ley; o que en la presión de sus negocios terrenales se olvidarían de su importancia sagrada. “Seis días trabajarás y harás toda tu obra”, es decir, las ocupaciones acostumbradas de la vida, para beneficio mundanal o para placer. Estas palabras son bien explícitas; están muy claras. Hermano K. ¿cómo osa atreverse a transgredir un mandamiento tan solemne e importante? ¿Ha hecho el Señor una excepción por la cual usted queda absuelto de la ley que ha dado al mundo? ¿Se pasan por alto sus transgresiones del libro de registro? ¿Ha aceptado Dios excusar su desobediencia cuando las naciones pasen ante él en el juicio? No se engañe ni por un momento con el pensamiento de que su pecado no llevará su merecido castigo. Sus transgresiones serán visitadas con la vara, porque tuvo la luz y sin embargo caminó en dirección contraria a ella. “Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes”. Lucas 12:46. Dios nos ha dado seis días en los cuales hacer nuestra obra y llevar a cabo las ocupaciones comunes de la vida; pero él reclama un día que ha puesto aparte y ha santificado. Nos lo da como un día en el cual podemos descansar del trabajo y dedicarnos a la adoración y al mejoramiento de nuestra condición espiritual. ¡Qué flagrante ultraje es para nosotros robar el día santificado de Jehová y apropiarnos de él para nuestros propios propósitos egoístas! Es la presunción más grave para los seres mortales el arriesgarse a un compromiso con el Todopoderoso para asegurar sus intereses temporales insignificantes. Es una violación tan inexorable de la ley usar ocasionalmente el sábado para los negocios seculares como rechazarlo del todo, porque eso hace de los mandamientos del Señor un asunto de conveniencia.—Testimonies for the Church 4:249.

El Sábado y la puerta Abierta y Cerrada de apocalipsis

La puerta abierta y cerrada
El sábado 24 de marzo de 1849 tuvimos con los hermanos de Topsham, Maine, una reunión muy agradable e interesante. El Espíritu Santo fué derramado sobre nosotros y fuí arrebatada en Espíritu a la ciudad del Dios viviente. Luego se me mostró que los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesucristo acerca de la puerta cerrada no pueden separarse, y que el tiempo en que los mandamientos de Dios habían de resplandecer en toda su importancia y cuando el pueblo de Dios había de ser probado acerca de la verdad del sábado era cuando se abriese la puerta en el lugar santísimo del santuario celestial, donde está el arca que contiene los diez mandamientos. Esta puerta no se abrió hasta que hubo terminado la mediación de Jesús en el lugar santo del santuario en 1844. Entonces Jesús se levantó, cerró la puerta del lugar santo, abrió la que da al santísimo y pasó detrás del segundo velo, donde está ahora al lado del arca y adonde llega la fe de Israel ahora. Vi que Jesús había cerrado la puerta del lugar santo, y nadie podía abrirla; y que había abierto la puerta que da acceso al lugar santísimo, y nadie puede cerrarla. Apocalipsis 3:7, 8;1 y que desde que Jesús abrió la puerta que da al lugar santísimo, que contiene el arca, los mandamientos han estado brillando hacia los hijos de Dios, y éstos son probados acerca de la cuestión del sábado. Vi que la prueba actual acerca del sábado no podía producirse antes que terminase la mediación de Cristo en el lugar santo y él hubiese pasado al interior del segundo velo. Por lo tanto, los cristianos que durmieron antes que se abriese la puerta de acceso al santísimo cuando terminó el clamor de medianoche, el séptimo mes,  en 1844, sin haber guardado el verdadero día de reposo, descansan ahora en esperanza; porque no tuvieron la luz ni la prueba acerca del sábado que tenemos ahora desde que la puerta se abrió. Vi que Satanás estaba tentando acerca de este punto a algunos de los hijos de Dios. Debido a que tantos buenos cristianos se durmieron en los triunfos de la fe sin haber guardado el verdadero día de reposo, dudaban de que éste fuese una prueba para nosotros ahora. Los enemigos de la verdad presente han estado tratando de abrir la puerta del lugar santo, que Jesús cerró, y de cerrar la puerta del lugar santísimo, que él abrió en 1844, donde está el arca que contiene las dos tablas de piedra en las cuales fueron escritos por el dedo de Jehová los diez mandamientos. En este tiempo de sellamiento Satanás está valiéndose de todo artificio para desviar de la verdad presente el pensamiento del pueblo de Dios y para hacerlo vacilar. Vi una cubierta que Dios extendía sobre su pueblo para protegerlo en tiempo de aflicción; y toda alma que se hubiese decidido por la verdad y fuese de corazón puro había de ser cobijada por la cubierta del Todopoderoso. Satanás sabía esto y obraba con gran poder para mantener vacilantes y perturbados acerca de la verdad a tantos como le fuese posible.

jueves, 14 de junio de 2012

Un día que señala al poder y el amor de Dios,

Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. Génesis 2:3.

 Dios miró con satisfacción la obra de sus manos. Todo era perfecto, digno de su divino Autor; y él descansó, no como quien estuviera fatigado, sino satisfecho con los frutos de su sabiduría y bondad y con las manifestaciones de su gloria. Además de descansar el séptimo día, Dios lo santificó; es decir, lo escogió y apartó como día de descanso para la humanidad. Siguiendo el ejemplo del Creador, el ser humano había de reposar durante este sagrado día, para que, mientras contemplara los cielos y la tierra, pudiese reflexionar sobre la grandiosa obra de la creación de Dios; y para que, mientras mirara las evidencias de la sabiduría y bondad de Dios, su corazón se llenase de amor y reverencia hacia su Creador. Al bendecir el séptimo día en el Edén, Dios estableció un recordativo de su obra creadora. El sábado fue confiado y entregado a Adán, padre y representante de toda la familia humana. Su observancia había de ser un acto de agradecido reconocimiento, por parte de todos los que habitasen la tierra, de que Dios era su Creador y su legítimo Soberano, de que ellos eran la obra de sus manos y los súbditos de su autoridad. De esa manera la institución del sábado era enteramente conmemorativa, y fue dada para toda la humanidad. No había nada en ella que fuese oscuro o que limitase su observancia a un solo pueblo... Dios quiere que el sábado dirija la mente de todos los seres humanos hacia la contemplación de las obras que él creó. La naturaleza habla a sus sentidos, declarándoles que hay un Dios viviente, Creador y supremo Soberano del universo. “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra al otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría”. Salmos 19:1, 2. La belleza que cubre la tierra es una demostración del amor de Dios. La podemos contemplar en las colinas eternas, en los corpulentos árboles, en los capullos que se abren y en las delicadas flores. Todas estas cosas nos hablan de Dios. El sábado, señalando siempre hacia el que lo creó todo, manda a los hombres y a las mujeres que abran el gran libro de la naturaleza y escudriñen allí la sabiduría, el poder y el amor del Creador.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 28, 29.

El sábado: dedicado para toda la humanidad

 Y les ordenaste el día de reposo santo para ti, y por mano de Moisés tu siervo les prescribiste mandamientos, estatutos y la ley. Nehemías 9:14.

 Hay quienes sostienen que el sábado fue dado únicamente para los judíos; pero Dios nunca dijo eso. Le confió su sábado a su pueblo Israel como un depósito sagrado; pero el mismo hecho de que eligiera el desierto de Sinaí y no Palestina para proclamar su ley, revela que su propósito era dársela a toda la humanidad. La ley de los Diez Mandamientos es tan antigua como la creación. Por lo tanto, la institución del sábado no tiene ninguna relación especial con los judíos, que no tenga con todos los demás seres creados. Dios ha hecho que la observancia del sábado sea obligatoria para todos los demás seres creados. “El sábado”, se dice claramente, “fue hecho para el hombre”. Marcos 2:27. Por lo tanto, que cada persona que se encuentre en peligro de ser engañada en este punto escuche la Palabra de Dios en vez de las aseveraciones humanas. En Edén Dios le dijo a Adán acerca del árbol del conocimiento: “El día que de él comieres, ciertamente morirás”. “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” Génesis 2:17; 3:4, 5. Adán obedeció la voz de Satanás que le hablaba a través de su esposa; le creyó a una voz diferente de la que había promulgado la ley en el Edén.—Exaltad a Jesús, 47. Cada ser humano ha sido colocado a prueba como lo fueron Adán y Eva en el Edén. Así como el árbol de la ciencia fue colocado en medio del huerto del Edén, así el mandamiento del sábado está colocado en medio del Decálogo. En cuanto al fruto del árbol de la ciencia se presentó la prohibición: “No comeréis de él... para que no muráis”. Génesis 3:3. Dios dijo del sábado: No lo profanen, sino guárdenlo santamente. “Acuérdarte del día de reposo para santificarlo”. Éxodo 20:8. Así como el árbol de la ciencia fue la prueba de la obediencia de Adán, así el cuarto mandamiento es la prueba que Dios ha dado para probar la lealtad de todos los suyos. La experiencia de Adán ha de ser una amonestación para nosotros mientras dure el tiempo. Nos advierte que no recibamos ninguna afirmación de boca de mortales o de ángeles que menoscabe una jota o una tilde de la sagrada ley de Jehová.—Comentario Bíblico Adventista 1:1120.

El pueblo de Dios guarda el sábado

 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que había hecho en la creación. Génesis 2:2

 Dios santificó y bendijo el día en el que descansó de toda su prodigiosa obra. Y ese sábado, santificado por Dios, iba a ser guardado por pacto perpetuo. Era un monumento conmemorativo que iba a permanecer de era en era, hasta el fin de la historia de la tierra. Dios sacó a los hebreos de la esclavitud de Egipto y les ordenó que observaran su sábado, y que guardaran la ley dada en el Edén. Cada semana obró un milagro para grabar en su mente el hecho de que en el principio del mundo él había instituido el sábado... En el mes tercero llegaron al desierto del Sinaí y allí se promulgó la ley desde el monte con una grandiosidad aterradora. Durante su permanencia en Egipto, Israel había oído y había visto practicar la idolatría por tanto tiempo que habían perdido en alto grado su conocimiento de Dios y de su ley, y su sentido de la importancia y la santidad del sábado; la ley fue dada por segunda vez para traer esas cosas a su recuerdo. En los estatutos de Dios estaba definida la religión práctica para toda la humanidad. Ante Israel se colocó la norma de justicia. “Habló además Jehová a Moisés diciendo: Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo”. Éxodo 31:12, 13. Algunos, que han estado deseosos de anular la ley de Dios, han citado esta palabra, “sábados”, interpretando que significa los sábados anuales de los judíos. Pero esas personas no relacionan esta exigencia positiva con lo que sigue: “Porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo. Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá. Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el día séptimo cesó y reposó”. Éxodo 31:13-17.—The Review and Herald, 30 de agosto de 1898.